El nombre propio tiene un gran poder en las relaciones humanas, ya que implica reconocimiento y cercanía. En la sociedad, muchas veces se evita pronunciar el nombre de alguien con quien se ha tenido una ruptura o una mala experiencia, como una forma de marcar distancia emocional. Esto se conoce como el «efecto Voldemort», haciendo referencia al personaje de Harry Potter cuyo nombre no debía ser mencionado.

En la Biblia, Jesús resalta la importancia de su nombre en varias ocasiones, especialmente en la Última Cena. En el evangelio de Juan, menciona que todo lo que se pida en su nombre será concedido. Esto muestra que el nombre de Jesús no solo tiene poder, sino que también es la clave para la oración y la relación con Dios.

El mensaje central es que el nombre de Jesús no debe ser ignorado ni relegado al olvido, sino proclamado con fe y confianza.

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