Buenos días amigas y amigos,
Hoy recordamos un evento inolvidable: a las 12:33 horas, el pulso eléctrico de la península ibérica se detuvo abruptamente, sumiendo a millones en oscuridad. Aeropuertos, hospitales, trenes y hogares quedaron paralizados. Semáforos inertes, redes de comunicación caídas y vidas suspendidas en el aire. Pero en medio del caos, emergió la grandeza humana: voluntarios con chalecos reflectantes guiaron tráfico, bomberos y policías rescataron a atrapados en ascensores, y comunidades se unieron para sostenerse. En Madrid, jóvenes anónimos se convirtieron en faros de esperanza, demostrando que incluso sin recursos, el deseo de servir puede iluminar la incertidumbre. Este «apagón peninsular» no solo reveló nuestra dependencia de la energía, sino también el poder del amor al prójimo para encender la luz en tiempos oscuros.

Desde las promesas de Dios, miramos este suceso como un recordatorio espiritual. El Salmo 30 nos habla de la fragilidad de nuestra estabilidad terrenal: «Escondiste tu rostro, fui turbado», reconociendo que sin la presencia divina, hasta las montañas fuertes tiemblan. Así como el corte energético sacudió la cotidianidad, alejarnos del Señor interrumpe el flujo de sus bendiciones. Pero hay esperanza: David clama, «A ti, Señor, suplicaré», y Dios responde. Su promesa en el Nuevo Testamento es clara: «Estoy con vosotros hasta el fin». En medio de cualquier «apagón», ya sea físico o espiritual, Él es quien fortalece, guía y sostiene con su justicia. Hoy, que este mensaje nos invite a renovar nuestra confianza en Aquel que nunca falla. ¡Muy buenos días y que el Señor nos bendiga!

Si quieres conocer mas sobre esta reflexion te invitamos a hacer click en el enlace de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=zLI_wbMok70

No olvides suscribirte a nuestro boletín para estar al tanto de las últimas novedades y ofertas exclusivas. ¡Nos encantaría que formaras parte de nuestra comunidad!